LÁGRIMAS EN LA LLUVIA Rosa Montero
- Jenifer Saavedra
- 16 jul 2015
- 4 Min. de lectura

¿Siempre he sabido que soy mortal?
[Cita en interrogativo de Cicerón]
¿Vivir pensando que somos eternos o, vivir sabiendo que algún día todo acabará? Esta es la pregunta que está siempre latente entre las páginas y las Lágrimas en la lluvia de Rosa Montero. Pero no es una pregunta que pueda hallarse con facilidad en una obra con un escenario como el de Bruna Hunsky, la figura central de nuestra historia. Nos referimos nada más y nada menos que al año 2109, año en el que la detective está situada. Los días en los que ella está inmersa son días de una degradación más allá de la actual y de un desequilibrio muy probable si tenemos en cuenta que somos el pasado y la historia que lo antecede. Si ya en pleno siglo XXI responder a una pregunta como esta es de por sí complejo… ¿qué será preguntarlo entonces en un próximo siglo?
Bruna es la imagen de la mujer actual o, mejor aún, de la mujer actual situada en el futuro y… bueno, de hecho no es del todo humana es, en términos cinéfilos, una androide, porque tanto ella como el nombre de esta novela provienen del clásico del cine Blade Runner de Ridley Scott, (también muy recomendada, por cierto). Es una replicante que se resguarda en una fachada ruda y misántropa, creada para fines de combate y de lucha, y hecha para que sea ella quien enfrente la guerra y la muerte que tanto teme el hombre. Pero en realidad ella tiene que enfrentarse frívolamente a la falta de consciencia del otro y a los absurdos a los que conlleva la falta de humanismo que ella vive, ve y desdeña en su labor de detective. Es así como Bruna repudia ese individualismo que la sociedad se niega a abandonar aún en los inicios de pleno siglo XXII, pero a su vez es consciente de que su existencia no es más que el resultado de las heridas de un antropocentrismo que difícilmente va acabar.
Así, sumergida en un aire de ficción y realismo; Montero intenta incluir en Bruna Hunsky no solo cada una de las disparatadas fantasías que tal vez ella siempre ha tenido lo cual, dice ella, la hace la más cercana de todos sus personajes logrados. A su vez, representa para nosotras y nosotros lo que quizá, en nuestros sueños más extravagantes, quisiéramos ser, y aún más: vivir. Y he ahí la magia que en ella alberga, pues nos brinda la posibilidad que la misma Rosa conoce, hace deseable y posible, la maravilla de: “desprenderse de uno mismo… Esa suprema libertad de dejar de ser quien eres” Pág. 474. Encarnamos así, a través del particular estilo de nuestra narradora, la corta vida de esta androide de combate que aunque no es plenamente humana termina por serlo más allá de una biología o cualquier dictamen científico. Y es precisamente por eso que Bruna es bella porque a pesar de estar hecha para la lucha y no temer a la muerte “conoce la melancolía y la nostalgia. Y la emoción de una música hermosa, de una palabra o de un cuadro… y esa belleza es la única eternidad posible” Pág. 464 Debido a su naturaleza nuestra detective opta entonces por tomar el camino de Cicerón y se recuerda diariamente a sí misma el tiempo de vida aproximado que le queda; y en ese recordar hay más que un repetir maquinalmente unos años, unos meses y unos días.
Recordar en Lágrimas en la lluvia implica también toda la identidad de un mundo en desasosiego e implica todo lo fugaz de la existencia y las emociones “todo pasaría y todo se olvidaría rápidamente. Incluso el sufrimiento.” Pág. 242 Así, el manejo que le damos a los recuerdos aferrándonos a ellos y luego en instantes, sin más, quererlos desterrar son un tema fundamental en esta historia futurista, en esta novela negra por la que Rosa Montero nos conduce; y es que en los recuerdos, en la memoria, hay una similitud con el sueño, porque de ellos tan solo “quedan restos… pizcas de sentido. Aunque se van borrando rápidamente. Como se borra el recuerdo de un sueño a medida que el día avanza” Pág. 442 tal como sucede con las lágrimas o con “todos esos momentos que se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia” (Blade Runner. 1982. Escena final)
Publicada en el 2011 esta novela posee mucho con Bruna: ficción, fantasía, misterio, intriga, sorpresa y lo más bello aún, una crítica social muy a la manera de Montero, una crítica desde un plano distinto pero posible. Pero más allá de todo, es importante no quedarnos en lo que esta novela es capaz de mostrar a primera vista, ya que Lágrimas en la lluvia habla también de una consciencia frente a lo efímero de la vida, del miedo a la muerte; nos lleva a pensarnos frente a lo que significa la memoria y lo fugaz que pueden llegar a ser los recuerdos “uno es lo que recuerda”. Ahora solo queda esperar que se recuerde mucho para el regreso de Bruna en El peso del corazón la última obra de esta particular narradora que Rosa Montero.

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